Enfermedad y cura

Me enfermas, físicamente me enfermas. Es cuestión de verte para que se me forme un despiadado huracán en el estomago. Cuando me hablas siento que las mejillas me arden más que el sol y enrojecen. Sí te acercas me empiezo a bañar poco a poco en sudor, hasta parecer una babosa. Con sólo rozarme un poco provocas que mi piel se erize como si estuviera compuesta por blancas cordilleras. Lo peor es cuando me besas, siento que mi corazón supera cualquier velocidad hasta ahora conocida y va a estallar en mil pedazos.

Pero me curas, internamente me curas. Basta con ver ese par de estrellas en tu cara para sentir que el mundo está bien. Con tan sólo tener en frente tu sonrisa suturas todas las heridas de mi alma. Escuchar tu voz es sentir la paz absoluta. Entrar en contacto con tu piel es alcanzar las estrellas con los pies sepultados en la tierra. Y sí me besas siento que te amo tanto, que no me importa morir con el corazón estallado en mil pedazos con tal de besarte una vez más.

Fotografía por Pierre Wayser