En otra vida fui…

En la mañana mientras tomaba café, en la televisión estaba el documental The Sunshine Makers; eso por si solo ya era algo sumamente extraño, pero, me topo con una parte donde se menciona lo que se puede ser en otras vidas, tener una experiencia en tu vida actual, pero de tus vidas pasadas.

Esa idea me rondo la cabeza durante todo el día, no podía concentrarme, termine un capitulo completo del libro que tengo en este momento, sin recordar exactamente lo que decía.

Esa tarde vi a una amiga para tomar un café, tuvimos una conversación, donde ella menciono el universo y su basta posibilidad de albergar vida, la tierra donde vivimos y todo lo que sucede, eso me hizo estallar aún más la cabeza.

Esa misma noche, al no poder conciliar el sueño, pensé en lo que pude ser en otra vida, creí que no solo pude ser seres humanos, sino, seres vivos en general, objetos, plantas, toda clase de cosas y eso podía formar al ser que soy.

Imagine que fui una rebanada de pan tostado con mantequilla que alguien comió un día que no tenía ganas de cocinar y leyó las noticias del día.

Tal vez fui las lágrimas que alguien derramo cuando le rompieron el corazón y no pudo levantarse de la cama en varios días.

Una taza de café, sin azúcar, en una mañana soleada.

Un tazón cereal con leche fría que comió un niño antes de ir a la escuela y hacer un examen para el cual no estudio.

El cascabel que colgaba del cuello de un gato, anunciando a su dueño que ha llegado a casa después de ver lo que pasa desde la azotea.

Fui una manzana que alguien robo del supermercado, porque no iba a pagar una sola y pequeña manzana.

Unas flores rojas que crecían en el balcón de alguien.

La bicicleta que ocupaba un anciano, todos los días para ir al campo y volver a su casa a comer.

Espagueti con salsa de jitomate como comida en una cita fallida.

El ruido del mar y las gaviotas, en un día nublado y lluvioso.

La reconfortante cocina de alguien, con un tono cálido y luz amarilla entrando por la ventana.

Las hojas en otoño que las personas disfrutan, por  su color y la sensación que produce al pisarlas.

El sombrero como símbolo distintivo que alguien ocupo hasta que no se pudo más.

Una nube en un cielo extremadamente azul, mientras alguien decidía si tenía forma de dragón o de un barco.

Los pies bailarines de una rumbera que amaba bailar de noche.

El musgo que crecía sobre el tronco de un árbol.

Fui la lluvia de la que huían las personas, la que provocaba el aroma a tierra mojada, el sonido que arrullo a un bebe.

Cada vez que fui una mariposa, fui asesinada, disecada, o atrapada por la red de una araña, por eso detesto tanto a las mariposas.

Una de las cosas que estoy complemente segura que fui, es un porro, que fue fumado después de una declaración de amor.

Luz roja en el camerino donde se soñaron muchas veces con un mejor día.

La purpurina por todos lados en un show de una Drag queen.

Un sembradío de trigo, donde el dorado no tenía final.

Tal vez en ese después de ser ese campo de trigo, pude convertirme un cornezuelo, que después fue convertido en dietilamida de ácido lisérgico, LSD que ayudo a disolver el ego de alguien.

Fui una fresa que se vendió en un mercado local con lonas rosas y anaranjadas.

El lago que era visitado en verano y algunas personas iban en otras ocasiones para ver a los patos, pescar, leer, enamorarse, romper.

Una casa que se habitó y quedo sola muchas ocasiones, donde crecieron y transformaron vidas.

El gato que actuaba como un vigilante durante el día, en los árboles y azoteas, cazaba pajaritos y mariposas, tomaba siestas largas en un sofá.

Una gran palmera que daba cocos, para que los niños tomaran su agua y comieran después de jugar.

Estoy muy segura que fui sangre derramada, porque alguien no pudo continuar más en esto que llamamos vida…

Pude ser cosas felices, tristes, que ayudaron o que costaron trabajo, pero lo importante es que pude serlo.

Fotografía por Pierre Wayser