El último aviso

Hace mucho que quiero escribir sobre ti. Sobre nosotros. Sobre nuestra muerte. Recuerdo la primera vez que nos vimos, no tardamos mucho en coquetearnos, fue como un sí asegurado. Te gusto, me gustas, ergo nos vamos a coger. Después a bailar, bailar toda la noche y toda la madrugada. Después de ese día pensé que no te volvería a ver, porque casi ni creía que hubiera sido real.

Lo cierto es que después, no sé si fue por la energía incómoda que provocábamos a los demás, terminamos separándonos. Aunque no del todo. Yo siempre te busqué y ahora con nuestra muerte, me di cuenta que tu también aprovechabas cualquier excusa para estar cerca de mí.

¿Por qué fuimos tan estúpidos? En mi defensa puedo decirte que no creía ya en estas historias del amor a primera vista. Tampoco creía que mis propias amigas me estuvieran saboteando, es más, que yo misma me estuviera saboteando. Esta idea del amor, loca y apasionada me parecía de lo más fake, de lo más tonta. Me avergonzaba.

Lo cierto es que me enamoré como una idiota. Y cuánto más tiempo pasaba más me daba cuenta que estaba enamorada de ti, que incluso podía soportar la idea de no estar contigo sabiendo que tu también me amabas pero que entendíamos que no podíamos estar juntos. La última vez que nos vimos quería abrazarte y decirte que no me dejaras, que no abandonaras la idea de nosotros, pero me contuve. Porque nunca pudimos decirnos nada aunque los estuviéramos sintiendo todo.

Y luego me enteré por las noticias que habías muerto. En tu pueblo desconocían las causas, pero te encontraron muerto, sin signos de maltrato o violencia. Me desvanecí… pensé en lo mucho que me hubiera gustado decirte antes de que eso te pasara. ¿Estabas solo? ¿Qué sentiste? ¿Alguna vez pensaste en mi? ¿En nosotros? ¿En la historia que pudimos haber vivido pero que elegimos no atrevernos? Pasaron otros tres años antes de que me tocara mi propia muerte.

Aquí estoy. En esa estación de la que todos hablan pero nadie podía confirmar después de morir. Veo las caras de quienes van conmigo. Unos parecen que esperan algo, como yo, otros más bien se ven bastante perdidos, y otros, otros parecen fingir que siguen vivos como si nada pasara. Pero cada quince minutos (¿serán minutos?) una especie de tren llega y anuncia su salida para los que se sientan listos.

Me pregunto si nos volveremos a ver. Pues bien si lees esto quiero que sepas que aquí estoy y puedes alcanzarme.

Fotografía por Pierre Wayser