Mañana será jueves y esperaré en el andén hacia la costa de San Lucas, no puedo comer, no puedo dormir, no puedo ver nada con claridad, solo estas tú y mis ansias que están quemándome por dentro, que esperan por verte y poder tenerte cerca, oler tu perfume de gardenias.
Aunque el calor es insoportable, los niños compran paletas, para sobrellevarlo, las más populares son las de limón.
Camino hacia la sombra de un gran árbol, y tu recuerdo vuelve a inundar mi cabeza, no puedo esperar para volverte a tenerte en mis brazos Hipólito.
Aun me parece tan insólito como es que usted entró a mi vida, me sigo preguntando qué hubiera pasado si ese día aceptaba la invitación de Martín para comer en la ciudad, pero no lo hice; sin en cambio elegí ir al mar, para pasar la tarde.
Eran tiempos de cerezas, llevaba un puño de ellas en un pañuelo, unas galletas y mi libreta, porque disponía mi tiempo a escribir sobre las conchas y los castillos que llegara a encontrar, cuando llegó usted y se posó al lado mío, para decir que iba ser un bello atardecer.
Estaba petrificado, era usted tan hermoso, que me dejó sin palabras solo me sonroje y baje la mirada, tan osado fue que dijo,mejor vamos a nadar, para que nos relajemos, estábamos cerca de unos manglares y fue hermoso, con los pececillos merodeando, el sol disponiéndose a terminar con su labor.
Fue una ilusión, algo tan surrealista, que hoy en día no lo creo, me deje llevar, dentro del mar, dijo, “te podría matar y no sé iba a enterar nadie y cuando pregunten, solo dire que no llegaste nunca”.
Aunque eso podría causar desconcierto, no fue así para mí, creí que fue sincero y me besó, me desvanecí en un sueño donde llovían cristales, el sol encendía nuestros brazos y los corazones se balanceaban en las copas de los árboles, el mundo se mostraba generoso.
Así pues comenzó nuestro amor, que me hace placentero el calor o el frío, si estoy contigo, años donde descubrí que hay días en que valdría más, no salir de la cama y dejar que los cuerpos florezcan.
Mañana es jueves y no puedo esperar más para estar en la costa de San Lucas una vez más, Hipólito usted ilumina mi alma.
Fotografía por Pierre Wayser
En ocasiones soy una heladera desenchufada y lo que está en mi interior se derrite.