Suena la alarma que puse hace dos años. “Ella te está dejando de querer”. Tras la cortina un claro de luz que proyecta rayitos de motas en polvo de nuestras pieles muriendo me dice que son las quince horas de un día cualquiera en julio y la última vez que te vi tuvimos el merecido final. Tu corazón ya estaba demasiado amargo cuando lo probé y el mío demasiado duro, frio y roto. Para que tuvieras ganas de entrar. Pero allí estaba yo mirándote, y allí estabas tú, escuchándome.
Nos vamos?, te pregunte.
Sí, me respondiste.
Se me ocurrió enamorarme, creo que fue en noviembre del 2015, de ti. Pero tú estabas perdidamente enamorada de alguien más. Y aún lo estarías si yo no lo hubiese notado. Me adapte a una ecuación en la que no debía existir, creyendo que eso sería suficiente para romper la realidad. Pero solo cambie. A la fuerza me puse entre tú, la espada y la pared. No sabría decir en qué posición me encontraba yo pero ha sido la más grande vorágine que mi ser pueda llegar a tener. Y ahora solo puedo pensar en ti mientras estoy destapando esta cerveza.
Te odio por un motivo: No te enamoraste de mí, te desenamoraste de él, conmigo.
Fotografía: mosthvost