Detesto el tiempo.

Detesto el tiempo.

Cuando abro los ojos por la mañana y tu cabellera larga y negra no está recostada sobre la cama.

Detesto la tarde.

El cielo tan limpio, tan azul, suave, tranquilo, sin nubes ni aire, con el sol brillante.

O incluso los atardeceres de Mayo.

El sol caliente que detestabamos, pero que nos gustaba mirar, una combinación de paletas de colores en el cielo, entre naranja amarillo, rosa y rojo.
Dándonos vistas inolvidables, cada sábado que nos gustaba mal gastar juntos.

Detesto abrir las ventanas, mirar el cielo y saber qué ya no estás aquí.

Detesto irme por las noches a la cama.

No soporto la idea de tu partida.

Cada día me siento más sola, más sin ti, más sin mí, tengo miedo de no verte regresar, tengo miedo de no mirar tu rostro en mi almohada otra vez.

Detesto ir a dormir, y que tus brazos ni tu cuerpo estén ahí.

Pero me detesto más a mí, por no poder parar de sufrir por tí.