Hacen vientres las cortinas ondeadas por personas invisibles, entran a mi hogar con un miedo que me acaricia, escapan del trueno.
Postradas a lado, detrás, encima de mí, libran por un rato su propio hacinamiento y desplome. Ensanchan íntimamente sus presencias en este lugar, como mascotas que juegan y arrebatan la casa… Las respiro.
Me descubre un grito de coloso etéreo. Oculto el destino de estas corrientes que desaparecen y en pocos minutos yacen comprimidas; diamantes contaminados cayendo. La fuerza celestial siempre sacrifica a sus crías.
Otro ensordecedor rayo casi entra hasta mi habitación como una última advertencia.
Observo afuera, temo de lo mismo que el viento.
Fotografía por Sander Larsson Framnes
Camino entre místicos perfumados de basura.