Se derramaban los matices de un avivado crepúsculo, las nubes danzaban sobre nuestros hilvanados sueños
tu rostro bañado del rocío del astro, se plasmaban en mi descocida memoria como un óleo de Orozco o Siqueiros
tus terregosos ojos crisol me sumergían en el pozo abismado de una quemada pasión flamante de locura
repasando en el retazo de mi memoria la fisura de tu cuerpo, nardo perfumado a canela, como testigos inertes de nuestro palpito que todo lo cura
la catedral, los arcos, el museo y la rotonda, efímeras volábamos a contra corriente escapándole al sudor del tiempo
mientras el capullo de unos imperceptibles labios quebrantados gritaba en un eco arrojado al laberinto del viento
mientras ardían mis pupilas en un sutil delirio perdiéndose entre las borrascas pintadas por el arrebol y ese infinito mar turquesa,
me empapaba de la ventisca caricia de éxtasis, ahí en ese caos de fuego sentí la felicidad de sentirme infinita.
Fotografía por Santo
Me gusta sentir las palabras, bohemia y nostálgica hasta los huesos, empedernida, melómana, con adicción a los libros, me gusta viajar, el cine y la fotografía, curiosa por naturaleza.