Supe que me había condenado sin piedad alguna hacia mi misma cuando comencé a escribir, y de paso te condene a ti para aliviar mi propio castigo.
Como tortura esparzo fragmentos tuyos por todos lados, los enredo en oraciones, los comprimo en palabras, los sentencio en comas, y empiezo desde cero tras los puntos.
Fotografía por Martin Canova
Escribo porque un rayito de sol moreno me hizo sentir que era capaz de hacerlo.