En 1968 me sentía como en alguna historia escrita por Charlie Kaufman en donde la figura dominante es femenina y comparte sus días de romance con un tipo introvertido. Pero seguramente él tenía 10 años y se hurgaba la nariz, mientras yo cogía en los prados. Tenía algunos romances y me solía fijar en chicos serios, para yo hablar todo el tiempo, les contaba cosas muy bizarras para ese entonces, a veces huían por eso. Usaba vestidos largos, me sentía libre, el viento entraba en todo mi cuerpo y me sentía desnuda, tenía las mejillas como del color de los rábanos y mi cabello lleno de flores en verano.
Ahora soy vieja y creo que un dron nos espió por la ventana.
Anécdota de una Laura paralela.
Fotografía por Fernando Sarano
Me gusta el amarillo, mi cama rosa, todas las flores y los incómodos momentos de silencio.