Canción de cuna

Sus párpados se rindieron y al cerrarse se llevaron la noche consigo, las canciones de cuna se anidaron en su respiración, pequeños indicios de amanecer bañaron su espalda
Conté sus cicatrices mientras imaginaba sus espirales en mundos oníricos, cabellos y nudos caían como cuerdas doradas en el infinito de su cuello
Réplicas de contacto de sus yemas recorrían mis superficies, su sabor seguía llenándome la boca, un grito ahogado en mi pecho me advirtió que los cometas pasan una vez cada tantos años, que si me iba, mirar atrás me convertiría en sal y cenizas, pero nadie gritaría mi nombre.

«¿Cuál fue la última canción qué te dedicaron?» me preguntas con cierta pena…

No fue necesario.

Fotografía por Lars Wastfelt