Distopicamente vamos contorsionándonos con cada ablandado sentimiento que vamos vertiendo epopeyicamente en las coladeras de la ciudad llamada casa. Vamos fulminándonos en cada desvergonzada caricia, en cada tortuosa palabra y en cada etérea idea de nosotros mismos.
Tu poder seductor va claramente surgiendo de las entrañas de tu tan pálido cuerpo, de tus labios carmín sale esa lengua tan cálida que tiernamente conecta silabas para mencionar esas mentiras vaciladoras que mis inocentes oídos se van tragando cual ebrio bebiéndose una botella de vino. De tus destellantes ojos se ilumina el deseo de acabar con mi presencia en una madrugada para que al despertar tu ego se haya alimentado de mi idolatría masculina hacia tu tan inverosímil figura.
Eres afrodisiaca, eres embustera, eres tentadora, eres esa sanguijuela que se adhiere a mi cuerpo para sacar todo lo bueno de mí y alimentar tu tan incalculable soberbia, te retuerces en mi cuello hasta llevarme al climax y pueda yo soslayar tus dudas. No te importa dejarme moribundo, siempre y cuando sea tu obscuro corazón se vaya llenando de vida por mis presuntuosas palabras que se quieren atorar en mi paladar, pero que con tus manipulables aromas sabes hacerlas expulsar.
Conquistadora de bohemios, así te han puesto los grises poetas que has ido dejando en esos oscuros bares conocidos como camposantos de amantes empedernidos que lo han perdido todo por un par de ojos color miel, esos ojos tuyos que cual medusa han llegado a petrificar hasta al más frívolo casanova de la ciudad.
En tu pasado fuiste maldecida por algún bohemio falso que en su jugarreta destrozo tu alma y en venganza vas por las calles coleccionando caricias de individuos como yo, que se ahorcan en tu cabellera, que se desangran en tu sexo, que se suicidan en tu mirada.
Y ahora aquí estoy, bebiéndome tu amarga saliva con sabor a mentiras, dándome golpes de pecho por haber desperdiciado mi poesía en una quimera que se hacía pasar por una doncella inocente. Y aquí estoy, llorando con tinta y letras, escribiéndole a una embustera que justo en estos momentos esté planeando su siguiente movimiento para poder entrampar en tres sus piernas al siguiente bohemio al cual llamaremos víctima.
Fotografía por Sakis Dazanis
Perpetuo, inefable y efímero individuo. Lo se, siempre contradigo mis aspectos, pero me gusta ser así.