A quien corresponda

Los apegos siempre han sido algo complicado para mí, me considero culpable del turismo emocional e inestabilidad, siempre —aunque luche contra mi propia identidad— tiendo a la circunstancia, al momento, a la huida; nunca he querido mucho y amar es más que un desafío para mi corazón, siempre dulce pero lleno de incoherencia y temor; de la nada y con un Match intencional vienes tú, como una mala pero placentera versión de Her, con tus alagos sobrevalorados en el día y sexting de media noche, con tu sexo mensual y tus besos en mis hombros, con tu olor a tabaco —cosa que siempre he odiado, pero extrañamente en ti me encanta— y ojos cansados, vienes con tu cuerpo y alma llenos de cicatrices, con tus cristales rotos y vicios pasados, vienes y me vuelves la vida un lío, buscando apego, cariño y amor,  dándome tu mano para salvarme de mi inevitable e incesante caos aunque claramente tú estés más jodido que yo, dándome tus brazos y tu pecho para descansar de mi constante caída, vienes con tu fragilidad y autocompasión, con tus palabras de apoyo y una sonrisa que carga más tragedias que victorias, vienes a llenar mis días de girasoles virtuales, de promesas de mentiras, de caricias dadas a la distancia, vienes en una forma de estabilidad a la cual aún no me logro acostumbrar, vienes tú para condenarme a la espera y a la lejanía, vienes para condenarme a la intermitencia, vienes para hacer un huequito en mi pecho y llenarlo de la más amarga ausencia.

Fotografía: John Kilar | Instagram