A la altura de 1.20m

A la altura de 1.20m
ya sabía que mi corazón era
difícil de llenar
y difícil de vaciar.

Con el alma biofílica
buscaba comprensión hablando con todo,
con la tierra que toca y se queda entre mis dedos de los pies.
Con el viento que juega a tapar mis ojos.
Con agua que piensa que soy cocodrilo (porque siempre llega hasta mi sien).
Con el árbol que me acaricia con la hoja cuando me siento en su rama.
Y no se diga de las charlas con mis amigos de cuatro patas.

Con el espíritu multisensorial
por primera vez conocí
por mi piel lo fresco del zacate
por mi nariz la brisa marina
por mis ojos los monstros de mi cuarto
por mis orejas los sonidos en el piso cuando dibujan mi silueta.
Y por mi lengua si la leche está echada a perder.

Hambrienta de sensaciones hice una gran colección de:
cicatrices,
fracturas,
moretones,
y puntos,
que solo ha crecido con el tiempo.

A la altura de 1.20m
ya sabía que debía llevar una bitácora,
que era difícil
admirar
escuchar
comprender
así como encontrar otro corazón
difícil de llenar
y difícil de vaciar.

Fotografía por Abel Ibáñez G.