Al miedo hay que agradecerle que estamos vivos que cuando vamos manejando el carro encendamos las luces y revisamos bien antes de pasarnos algún semáforo en rojo tenemos que agradecerle que que no nos aventamos al vacío que cuando veamos una orilla en un edificio nos hagamos para atrás, que al cruzar la calle revisemos siempre de un lado y de otro.
El problema es cuando dejamos que el miedo gane cuando cuando dejamos que tome el volante de nuestra vida, cuando tenemos un problema y
por miedo no lo enfrentamos,
por miedo nos escondemos,
por miedo pasan mil cosas por la cabeza que nunca solucionamos ése problema, porque pensamos que nos va a lastimar o va a suceder algo malo sin embargo a veces el tener un problema y no resolverlo puede puede convertirse en algo más grave en algo que probablemente después vayamos a arrepentirnos de no haberlo solucionado.
Es es ahí cuando realmente el lugar de beneficiarnos y de protegernos nos está perjudicando.
Y mientras te lo escribo a tí, me lo recuerdo a mí.
Fotografía por Amanda Aura
Soy millenial de tiempo completo, tratando de descifrar la vida.