A Esteban no le gusta el futbol, bueno al menos no le gusta jugarlo. Yo solía echar la reta con frecuencia por las tardes de un fragmento agrío que atravesó los noventa, cuando vivíamos en una colonia llamada Arcoíris, cercana a Cholula; ahí me hice un vago con varios camaradas. Yo le llevo a Esteban 6 años, por lo que somos de generaciones algo distantes. A los camaradas de Arcoíris se les ocurrió hacer un equipo de fut con los más morros de la colonia, convencí a mi hermano de entrarle. La primera vez que jugó contra unos chavales de un pueblo aledaño me atasqué de orgullo, fue como ver a un hijo- hermano; de muchas formas, con mi inexperiencia, torpeza y fragilidad, yo fui una figura paterna para él; y es mi mayor orgullo, porque es el mejor de lo hombres. El “maestro” Persino se perdió de ese privilegio.

Fotografía: John Kilar | Instagram