A veces encuentro,
por ahí perdido,
tu nombre en un periódico,
en una libreta de notas,
en mis contactos.
Entre las cosas que no olvido,
que se niegan a irse.
A veces hablo
de lo mucho que me preocupa
el futuro,
no verte,
no reírnos de canciones
ridículas como nosotros
fuimos alguna vez.
Me miras de reojo
y solo sonríes,
de esa manera despreocupada
con la que llegaste
a decirme
“te quiero,
besos,
descansa”.
A veces te pienso
sentado en medio del patio,
esperando mi abrazo,
tu cabeza aferrada a mi pecho,
a mí diciéndote
“todo va estar bien”,
y tú asintiendo callado,
tocando con fuerza mi brazo.
Y recuerdo
la cena en una terraza,
de un lugar conocido.
Tu declaración
de amor.
Recuerdo tenerte para mí
días enteros.
“¿Cuando vamos a estar
a solas, tú y yo?”,
y verte sonreir
a mi ritmo.
A veces te encuentro,
una tarde de encierro,
tocando todos mis lugares.
Los de siempre,
los de antes y ahora.
A veces me escribes
“¿qué has hecho?”
Y entiendo todo.
Entiendo tus molestias,
entiendo tu huida,
tus miedos y tu cara
desencajada, cuando me fui.
Entiendo todo.
A veces te encuentro,
solo para recordar
que no estás aquí.
Fotografía por Magnus Jorgensen
Ciudad de México, 1994. Ha sido reportera de temas políticos, sociales y anticorrupción en El Universal y en La Silla Rota. Estudia lingüística en la UNAM. Escribe, escribe y escribe.