En las noches crudas de tristeza se antoja poner un pie sobre el camino, no para comprobar que los recodos de la muerte te atrapan en cada esquina, sino para contar el llanto de todas las personas que no quieren que te vayas. Pero, el tiempo es tan pequeño como un rezo, y no he puesto uno, sino los dos pies sobre el camino, y aún no llamas y tu calor no me llega.
En las noches crudas de tristeza se me antoja morirme para ver si me extrañas.
Fotografía por Lúa Ocaña.