Transeúnte #6

Tomar un vuelo a Santiago fue mi primera opción para olvidarme de él. Te vi, eras graciosa y en tus ojos se veía un cumulo enorme de experiencias. Miedo y novedad. Una noche en algún bar de Bellavista. Suena reggaeton a todo volumen. Tu español mal hablado pidiéndome que te agregara a facebook. 

Cerveza po’.
Esa universidad de “cabros cuicos”. Palabras incomprensibles aunque estén en mi idioma. Tu hogar temporal, en dónde me di cuenta que me gustabas.
Que me encantabas.

Pisco po’.
Reírme contigo mientras nos decíamos “mi amor”. Eso sonaba mucho más colombiano. Mi amor de verano.
Mi amor francés.

Miércoles po’.
Besitos en tu cama y acurrucarme en ti para que consintieras mi cabello rojo y ensortijado. Tu melena rubia y tus ojos claros. Tus malditos ojos claros. Llegar a tu casa y estar ebrias hasta el alma. Las anécdotas y los viajes. Tus botas y mi sostén. Tu mala maña de decirme todos los chilenismos “Ya po’ que fome eri” decías con tu acento franchute mientras apoyaba mis labios en tu frente. Estaba sentada en tus piernas y me comí tu boca. Noches enteras en discotecas extrañas. Fiestas bohemias. El dibujo que me regalaste cuando estabas perdiendo la cordura.

Mojitos po’
El último beso.
El último mensaje de WhatsApp. Ese que jamás respondiste.
Ese viaje a Toronto. Ese viaje que hiciste para desvanecerte de mi mente.

Fotografía por Martin Canova