Por un momento mis palabras encontraron hogar, daba vueltas en círculos cegado pero guiado por un ritmo interno, era un viajero y me quedaba en lugares en personas, por ese alivio fugaz que me resultaba familiar.
Me di cuenta que soñamos todo el tiempo, incluso con los ojos abiertos cuando nuestros ojos se quedan anclados en el horizonte es cuando más dentro nos hallamos perdidos en la hipnosis cotidiana, esperando algo que no sabemos que es o de donde viene, o si no nosotros vamos a eso.
El tiempo que pareciera ser solido se desvanece en una percepción, en nuestro lenguaje, y así volvemos a ese tiempo prehistórico donde no nos comunicábamos y nos guiaba la nada pero estábamos más unidos.
En ese punto en que las identidades se disuelven como gotas en el mar y volvemos por un instante que es eternidad a ser quien somos nada y todo.
Es un constante rendirte y despertarte, rendirte a la nada, despertarte de un de un sueño que no sucedió porque estamos de vuelta a casa
Y todo fue un respuesta a una pregunta que me trajo aquí, ahora todos vamos de regreso a casa, me veo en el otro y las fronteras se desvanecen como las ideas mutan dependiendo de quién somos a cada instante. El sanar se ha convertido en un constante reconocer donde acabo yo y comienza el otro como un flujo constante de las olas del mar en la arena.
Por un momento recordé casa, y busco verla en cada pieza de ese sueño que somos, que traemos con nosotros, ese sueño de algo que se sueña.
Me he dado cuenta que no sabemos cuándo será la última vez que nuestra energía será concreta en la concreto y que siempre como abstracciones nos vemos no efímeros, pero a veces te das cuenta que no habrá tiempo para hacer la obra de arte, que dejara nuestra huella aquí, y es cuando sentimos el pulso que nos dirige y nos invade el silencio, el vacío y las miradas cobran sentido, las palabras todo aquello lleva una sincronicidad en donde te ves envuelto y a la vez eres el observador creador. La nostalgia nos lleva de regreso a casa en ese viaje donde el acompañante es uno mismo, donde el sueño es la ilusión del hogar, porque siempre fuimos, nunca salimos, siempre estuvimos despiertos. Siempre fuimos nuestra casa.
Fotografía: Anne-Sophie Landou
Escribo sobre lo que a nadie quiere saber, soy fotografo y coolhunter para una revista chilena y escribo para sitios como cultura colectiva, soy chef y wanderlust, estoy aprendiendo a tocar violìn, soy vegetariano y en proceso de abstemio.