Ya pocas veces se sienta a contemplar, a de veras estar consigo misma. Es que la mayor parte del tiempo se encuentra trabajando para sobrevivir o ganarle al sistema.
Otras veces, cuando disfruta de tiempo libre, le encanta jugar con sus amigos caninos. Así, entre abrazos y jugueteos un día se da cuenta.
No se detiene para expresarlo en palabras, solo comprende que todas esas horas que se fueron, que la atraparon en el trayecto en el autobús o aquellas que se contabilizaron en su trabajo, no sirven de nada.
Nunca fue el tiempo, no eran las horas, solo el sentarse a observarse a sí misma, liberarse y navegar contracorriente, de ahí surgen las ideas.
Cuando olvida el concepto de una hora, todo es armonía, entonces puede volar y se encuentra en plena paz.
Deja las horas atrás y el tiempo se detiene; cuando comienza a adentrarse en lo profundo, en lo más maravilloso, reflexiona y se conoce a sí misma. Está en su interior.
Fotografía por Bill Dane

Las palabras me visitan a todas horas del día y yo las invito a pasar.