¿Cuántas veces se pierde al primer amor? ¿Cuántos años perdura una relación virtual? ¿A los cuantos años se conocen? ¿Quién se desenamora primero?  ¿Quién es el valiente que le pone fin? 

Quinche diseñó un arma de cristal con pedazos de culpas y ausencias para estar a salvo de mi presencia.

Pero ¿Quién dice que morir en manos de mi ex no cuenta como eutanasia?

Por eso tomé el primer vuelo a Bogotá. Necesitaba salir de mi espacio natural.

Dentro de mi equipaje van los restos de las 111 cartas que le escribí así como la lista de canciones que no volveremos a escuchar. En mi agenda llevo marcados todos los veintidós de los meses que no celebramos. Y en mi bolso, las fotos que no nos tomamos.

Midas me había dicho que el horizonte de Bogotá no está tan lejos de mí. Vive en mí.

Yo simplemente quiero encontrarme con mi primer amor y tener una despedida real. Necesito decirle de frente:

“Te confundiste, te rendiste. Me equivoqué y lo siento en verdad. Lamento haberte herido y de haberlo sabido, jamás me hubieses querido. Pero cómo no venir a tu ciudad, si arrancaste de mí hasta las raíces de mi país”.

Y es que el amor virtual, finalmente resultó tal y como nos dijeron que debería de ser. Al principio resulta curioso e interesante, después se involucran los sentimientos y luego vienen las desilusiones. Solo se tienen dos opciones: salir vivo o salir herido. Yo estoy en la última. Y a pesar de estar en ahí, considero que ha sido una de las mejores cosas que me ha tocado vivir. Sé que si conocieran a Quinche, también se enamorarían.

Creímos que el hilo rojo se extendería de tal forma hasta quedar amarrado de nuestro abrigo y lamentablemente no sucedió así. Después de reparar cada herida y sanar, realmente ¿nos hemos quedado a gusto a lado de alguien más? Me pregunto cuántas veces abrió nuestro chat y lo cerró con un  “Hoy no, no es un buen día ni me siento valiente para volver”

¿Recordará nuestra forma natural de ser? Amor-reclamos-sexo-amor-reclamos-sexo-reclamos-amor-despedidas-bloqueos-reconciliaciones. Todo eso en un microsegundo.

Podría subir hasta la cima de Monserrate para gritar desde lo alto que no fuimos de verdad, que solo nos imaginamos y quizá así pueda pasar a la siguiente vida más rápido. Pero eso no me contaría como eutanasia.

Por eso estoy buscando a Quinche (mi primer amor, aquel virtual) para decirle:

Ya he llegado, dispárame con tu arma de cristal.

Fotografía por Isa Gelb