No sólo me dejaste.
Te llevaste mi reflector
y lo teñiste.
Le bajaste el brillo
con las sombras
de tu puta miseria.
Jalaste la alarma de incendio
justo en mi momento.
Evacuaste la felicidad
de la habitación.
Dime cómo vergas
se supone que debo perdonarte
por arrancar el piso
sobre el que estaba parada
durante mi ovación.
Explícame como tener
una celebración
sola.
Sé que
debería estar
orgullosa de
todo lo que hecho.
Pero dime
cómo chingados
hago una reverencia
ahora.
Fotografía: Gediminas Jankevicius