Piñata de dinosaurio

En 1950 la abuelita Carmen Moreno, que vivía en Veracruz, le hizo una piñata a su primer nieto. Al niño le fascinaban los dinosaurios aunque más grande perdería todo el interés en ellos y trabajaría toda su vida vendiendo perfumes. 

La abuelita se esforzó lo más que pudo, se ayudó con las imágenes austeras de las primeras monografías de ese entonces. Trató de darle a la piñata la imagen más realista posible pero, como era la primera vez que lo hacía, la imagen no fue muy buena, pero la intención es lo que cuenta.   

Cuando estaba lista, la abuelita se subió a una carreta con la piñata rumbo a casa de su hija donde la fiesta estaba empezando. El nieto no pudo contener la emoción cuando vio la piñata, no paraba de tocarla, hasta la abrazó. Cuando fue momento de romperla, el festejado brincaba de la emoción por ser el primer niño de su calle con una piñata de dinosaurio. Todos los golpes que le dio fueron tan fuertes que hasta sus padres se sorprendieron de su fuerza teniendo solo nueve años.

Después de romperla, los restos de la piñata se fueron a la basura y posteriormente terminaron en el mar. Nadie sabe aún cómo fue que todas las partes de la piñata se juntaron por sí solas hasta volver a ser una pieza entera. La piñata se fue lejos de la humanidad y nadó por años en el océano, en su recorrido obtuvo habilidades en su organismo gracias a todos los minerales del mar.

Ya era de un tamaño inmenso cuando llegó a Japón. Pensó que ese lugar era el adecuado para ella. Empezó a explorar y cuando vio a humanos después de muchos años, inmediatamente llegó el recuerdo de cuando los niños la golpearon en esa fiesta de cumpleaños. Se enfureció, se llenó de odio y empezó a destruir todo lo que estaba en su paso. Fue así como surgió Godzilla.

Fotografía por Ama Aura