A ver si adivinan.

Ese día teníamos mucho calor y ya lo veníamos planeando hace semanas o algo así.

Ese día no sabíamos qué carro tomar. Nos subimos al primero que se nos cruzo y llegamos hasta la bajada Balta, seguimos caminando pensando que ahí abajo estaba la playa en la que queríamos veranear un rato. Qué tontas éramos, aunque tu y yo siempre hemos sido tontas de eso se trata nuestra amistad y de eso siempre se trató ese verano. No nos gustó esa playa y caminamos como 5 km más pensando que llegaríamos, recuerdo que en total habrán sido unos 7 km. Caminábamos hablando de todo y escuchando música por toda la Costa Verde. Cómo te pierdes en toda Lima, es muy hilarante la manera en la que juras que sabes llegar a un lugar y siempre terminas perdida y yo ayudándote, porque no entiendo cómo, ahora soy yo la que conoce Lima entera.

Llegando nos recostamos cerca al mar y seguimos hablando, luego nos bañamos en la playa. Eres más graciosa aún cuando tratas de quedarte en la orilla y disimulas esa pequeña fobia al mar. Era nuestra primera vez yendo a la playa así que creo que fue especial.

Cuando partimos solo queríamos una ducha y, bueno, al costado quedaba nuestra querida, adorada: Agua Dulce (si llegaste a este punto, ríete conmigo, por favor, que estoy escribiendo y aguantando la risa hace horas). Agua Dulce tiene esas duchas populares, masivas, plagadas de gente saliendo del mar y, bueno, nosotras horas más tarde teníamos que ir a un bar a ver la final de RuPaul. Así que, entre el susto, las risas y la burla nos tuvimos que bañar. Wendy, juro que fue el día más épico de nuestras vidas. Ver tu cara y tener que compartir sandalias y otros detalles más vergonzosos que omitiré, fue algo que cambió nuestras vidas, de nuevo, lo juro.

Fue una buena tarde después de haber jurado nunca contar esa experiencia a nadie. Solo tu y yo, amiga.

Fotografía por Alex Hulsey