Otra vez yo

Hoy traigo puesto ese vestido entallado negro, el que decías que no debo usar cuando discutimos porque te hace olvidar tu argumento. Lo saqué de esa caja en la que guardo todas las cosas que me regalaste o que me recuerdan a ti. La caja que llevaba semanas empolvándose en el armario y que sólo logró caber ahí, porque te fuiste y dejaste demasiado espacio.

Ahora he vuelto a ser esa chica que te prometí jamás volver a ser. Que se pone ese vestido entallado negro y debajo, lencería también negra. Que sale a beber a los bares y se besa con extraños sin nombre, sin rostro y sin importancia. Que por las mañanas no se acuerda de nada y tiene que revivir sus noches a través de los rumores que se escuchan por ahí.

Sé lo que ellos ven en mi. No, a ellos no les importa el dolor que se esconde detrás del lápiz de labios rojo, ni las lágrimas reemplazadas con cada trago de ginebra entre mis manos. Ellos se fijan en mis labios y en mis manos, imaginándose lo que harían en la oscuridad. Pero en realidad, mis manos sólo desean pasar las hojas de los libros y mis labios beber otro sorbo de té.

Fotografía por Bill Dane