Nos cruzamos.
Una línea en el tiempo.
Ángulos rectos convergen hacia dentro en una escisión de caminos,
paralelismo.
Noventa grados de separación con mi plato,
esquina,
movimiento,
ángulo muerto,
tú y yo.
Es la segunda vez.
Lados reflejos,
distancias opuestas,
proyectadas,
simétrica precisión,
en la misma calle.
Un entramado de sensaciones compactas,
ahora un dibujo acuoso.
Tu camisa es de cuadros,
los hilos se tocan con tantos otros.
Filamentos tejidos,
sobre un mantel sucio.
Bajo la mirada,
una mancha de vino.
¿Hemos caído ya en el abismo de debajo de la mesa?