Extrañarte no tiene sentido. ¿Qué se podría extrañar después de un par de encuentros en los que se entrega el cuerpo por puro impulso?
¿Los besos?, los besos fríos, carentes de ternura, besos que solo sirven como preámbulo y al final terminan sobrando.
¿Las miradas?, miradas inundadas de deseo ardiente que no van más allá del encuentro, que al extinguirse el fuego simplemente se evitan para no entregar a fondo el alma.
¿Las palabras?, de esas escasas y resecas, que se limitan simplemente a cortar de raíz cualquier lazo, que como cuchillas afiladas cercenan las posibles ilusiones y dejan muy en claro que todo fue solo eso … U n m o m e n t o, un instante para palpar el agradable calor que proporciona el placer. Una oportunidad para tocar apenas con la puntica de los dedos ese hermoso caos que se agita ahí dentro.
Extrañarte no tiene sentido porque conozco a medias tu cuerpo e ignoro completamente lo que oculta tu alma.
Fotografía por Ivan Terekhov
Mi deporte favorito es inflar egos.