Recuerdo el día en que Sid Vicious se quedó a dormir en mi cuarto.
Aquella noche, Sid le inyectó heroína a mi gato.
Desde ese día, nos volvimos mejores amigos.

Escribo, pero desde que ya no estoy triste y estoy enamorado, ya no escribo, aunque podría escribir sobre lo que siento, pero nunca he escrito del amor, pero podría intentarlo.