Lo frío de ti

Hoy dormí hasta tarde y desperté temprano; ¿la causa? El frío. Adoro cuando este clima se expande en el ambiente, pero por las noches y a solas, no. Es difícil calentar mi cuerpo tan pronto como lo haría cerca del tuyo, y qué decir cuando el cierzo frío de la madrugada me hace anteceder por mucho a mi despertador; tu calor es único y no lo entiendes.

Al ver mi desvelo en los ojos, el animo alterado y el hambre voraz durante estos días fríos, la gente me ofreció a lo largo del día diversas soluciones a mi sencilla situación:

—cómprate sábanas de algodón y franela—

—usa calcetines, tu nunca lo haces—

—en esta temporada en mi catálogo llegó un aparato para calentar tu cuarto, ¡no necesita pilas!—

—cena bien y cena más—

Asiento con la cabeza y sonrío para detener el hostigamiento que sus propuestas me ofertan…¡nadie entiende!

El calor producido por estas soluciones no se compara al tuyo; no se compara la huella calórica que tu cuerpo deja al tomar otra posición en la cama al dormir, ni tampoco el ardor que tu cuerpo hace sentir al mío en la distancia territorial que se establece cuando se comparte una cama y, menos se compara el calor que producen tus sueños agitados y que hacen latir tu corazón intensamente mientras estás durmiendo o ese calor que solo tu cuerpo produce cuando estás excitado y con ganas de amar.

No, no es dependencia, porque ceno bien, tengo mis sábanas de algodón y franela, uso calcetines e inclusive suelo meter un trapo caliente al microondas para ponerlo sobre mis pies….pero no, nada se compara a la sutil experiencia que tu cuerpo provoca en mi.

De los mil quinientos días juntos, he disfrutado tu calor dieciocho noches y ciento sesenta  tardes de siestas. Si…y como todos los días y a cada instante ¡te extraño!

Fotografía por TolikTolik TolikTolik