Las tardes de lluvia me da por llorar

Me da por llorar, por llorar de todo y de nada.

Llorar porque parece ser la acción que encaja perfectamente con la tormenta.
Porque mi corazón se nubla, se torna gris y melancólico, concuerda con el diluvio que ocurre afuera. Por las ventanas veo el cielo correrse, desplomarse en miles de pequeñas lágrimas.

Me da por llorar, por limpiar el alma que con el tiempo acumula culpas y dudas. El cielo parece invitarme a llorar con él: largo y tendido, dejarme ir por unos momentos.

En las tardes de lluvia me da por llorar porque no tengo nadie a quien dedicarle mi corazón roto, porque no me he enamorado, porque estudio en vez de dejarlo todo y viajar, porque se me cayó el té que había hecho, por películas como Searching for a midnight kiss.

Lloro por insignificancias, cosas sin relevancia, pero también por los sueños a los que no puedo cumplir aún porque no cuento con la valentía y ni el coraje necesarios.

Lloro porque sí, por llegar al fondo de mí misma y que sólo quede volver a resurgir. Lloro porque el cielo me lo permite, me acompaña y me dirige.

Fotografía por TolikTolik TolikTolik