Ensayar es caminar sin destino

El ensayo es el camino que siempre hay que andar. Es personal y debe rehuir del carácter científico/académico. En fin, es el lugar donde emoción y conocimiento personal son necesarios.

No es una probeta, es un paseo por los caminos peligros del pensamiento, pues ni en las primeras palabras se sabe a dónde lleva. Pero no es el final de los caminos posibles, sino, sólo la senda. Ensayar es caminar, ya otros lo han dicho antes.

Es seguir la vida del amante sin saber sus intenciones; así es el pensamiento, nunca se sabe hacia dónde nos lleva. Es reflexión e invención; por lo tanto: libertad y creación pura.

Muchas cosas se han de decir en un ensayo. Al final, la verdad no es lo que se desea, sino la verosímil búsqueda de eso.

Quien se atreve, debe saber que es como conversar una idea de manera personal, valorando lo pensado. Se debe estar convencido de que el lector se quedará con nuestras dudas, y ese es el aprendizaje más valioso. Por lo tanto, el vocabulario del ensayo debe ser del diccionario personal y público. Aquí no intente aturdir a nadie con la palabra, mejor dé el nocaut con las ideas. No basta con lo bonito, es necesario lo bien conocido. Pero no se deje engañar, si la palabra grandilocuente es harto conocida, entonces úsela a toda costa.

Y, como ensayar es conversar, aquí no caben las citas textuales o los extensos aparatos bibliográficos: eso es estrategia de pedantes e inútiles. Aquí se debe crear una nueva visión sobre el tema a tratar. Podemos tomar, sí, una piedra del camino, pero si se empeña en llenarse los bolsillos de ellas, su peso le arruinará el viaje. Pero cuidado, eso no exenta al ensayista de conocer y reconocer sus fuentes.

Ningún camino está bien construido por más recto que se vea. El ensayo, como género libre y personal, se manifiesta sin estructuras rígidas en la redacción ni con una exhaustiva documentación. Hablamos, pues, de una creación artística, no de una científica y aburrida escritura. Sin embargo, hay que saber de ella, estar documentados y tener plena consciencia al andar a tientas por el ensayo. No hay que pisar excremento por el camino.

No puede partirse de la nada; por si las dudas, hay que tener el revólver bien cargado. Investigar y documentarse es parte de la creación del ensayo; investigar no sólo refiere a lo científico/académico, sino de la experiencia personal y literaria. Todo es resultado y reflejo del conocimiento humano. En el ensayo, en lugar de repetir el discurso, es preferible citar al cantinero o al borracho de la esquina y poner en las referencias bibliográficas la dirección de la pulquería. Siempre se agradece.

Como todo, es necesario leer (si es posible: toda la vida), experimentar, escribir y ensayar, ya sea por las tardes ballet o en las mañanas el Kama-sutra. Antes de salir a caminar, asegúrese de traer en la mochila los condones necesarios.

La planeación para antes de escribirlo. La espontaneidad, las acciones, el instinto salvaje y la brevedad al redactarlo.

No sea objetivo en el ensayo: eso es mentira. Todo se escribe con la mayor emoción del mundo; de otra forma, nunca se hubiera hecho. No se lastime, no se saca nada de ser riguroso, nadie puede ser tan frío al escribir un libro de anatomía humana.

La imaginación juega un papel importante a la hora de ensayar. No se escribe sobre cualquier cosa si no se tiene antes su dominio. De la unión de objetividad y emoción surge la idea del ensayo. Su libertad rompe el orden para abrir paso a la invocación del pensamiento más atrevido.

No requiere de estructuras rigurosas, ni hay métodos o esquemas a seguir. Eso corre por cuenta propia de la experimentación e innovación de usted. Siempre recurra a su carácter lúdico y libertino con sentido del humor, por favor.

Pero hay que tener cuidado con la libertad. El ensayo, mientras más corto, mejor, pues el lector no tiene tanto tiempo para andar con estupideces. En el ensayo hay que hacerse de la idea de que las grandes explicaciones y amplificaciones son innecesarias; mientras más extenso, deja de ser nuestro.

El ensayo debe ser ardientemente breve, seductor y pasional. En él debe plantearse no la verdad general, sino la más íntima.

Aquí nunca se llega al final del camino. Apenas se empieza a andar. Quizá quede en manos del lector llegar a algún lugar. A veces el ensayo me hace creer que he hablado en vano, pero tengo la seguridad de que he pensado y eso es suficiente para mí. El ensayo es un destino que nunca alcanzamos. No es nada menor.

Fotografía por Dmitriy Protasov