Ella me dijo:
—Cuando me muera me pasas las manos por el rostro,
asi sirve que si se quedan mis ojos abiertos,
me los cierras,
de paso.
Luego tocas mis mejillas,
haz como si me las quisieras acariciar
o mejor dicho,
me las tientas,
pero poco a poco,
porque luego eres muy brusco
y me duele.
Acariciame las mejillas con movimientos circulares,
asi como cuando me das masaje en la panza pero mas suavecito,
con ternura,
como si de verdad me amaras.
Luego…
toca con tus dedos mis labios,
apenas si rozalos… Ya no vas a sentir mi aliento,
precisamente
te va a extrañar un poco.
Tocalos de nuevo con tus huellas nada mas
muy despacito,
que no ves que tengo ganas.
Cuando me muera tocame el sexo.
Ahi abajo,
alli si muy fuerte y hazme venir aunque este muerta,
haz que grite tu nombre aunque te asuste,
muy fuerte quiero sentir tu mano sobre mi,
en mi ese,
tu sabes…
Luego me abrazas y te quedas pensando en tu Girondo o en Borges,
te das cuenta que a ninguno de los dos entiendes,
que te provoca miedo estar con una muerta,
que me amas,
dimelo,
susurralo a mi oido,
dime que me amas,
es lo ultimo que te voy a pedir ya muerta,
porque mañana,
y eso si te va a dar miedo,
muy temprano,
antes de que te despiertes completamente,
vas a recibir un mensaje en tu celular:
—¡Que noche la de anoche!
Fotografía: Luciana Giachino