Te elegí, entre un millón de promesas.
Te elegí, porque, entre toda la mierda del mundo, brillaste.
Me atreví a elegirte, dije sí, sin saber si serías o no.
Te elegí porque para salir de la penumbra no tenía que ir a ninguna parte,
tú irradiabas toda la luz.
Pero nadie preguntó si tú,
rodeado de tanta mierda,
enterrado hasta el fondo de la inmundicia,
podrías sospechar que te había elegido, para mí.
Nadie dijo
que los pedazos que quedaban de mí,
hicieron sesión,
llegaron a un acuerdo,
y te eligieron.
Por eso menospreciaste los intentos
de lavantar todos mis pedazos y caminar a su lado,
de escribir palabritas de amor,
desde un corazón helado,
y tuve, en cambio, una lección.
Ni la penumbra se fue,
ni llegó tu luz.
Y te diste media vuelta
dejándome tirada ahí,
a obscuras y
entre toda tu mierda.
Fotografía: GORSAD.KIEV
Ciudad de México, 1994. Ha sido reportera de temas políticos, sociales y anticorrupción en El Universal y en La Silla Rota. Estudia lingüística en la UNAM. Escribe, escribe y escribe.