Dibujemos un paisaje arcaico, vayamos al origen mismo del hombre, donde la imaginación apenas pueda verlo. Donde el Otro era Nada y la Nada no era. Tenemos pues, al hombre en una imagen congruente, en una figura sencilla y honesta, esta ahí como la verdad de Todo lo que es verdadero, como parte de Todo lo que esta por realizarse, y al mismo tiempo de lo que esta ya realizado en un mundo muy superior a él, así él es libre del sí mismo y libre del Otro, deja al destino su ser y su tiempo, sin fechas, sin personalidades ni clasificaciones, sin limites, es decir, existir en estado puro, libertad sin conceptos; el Todo es el mediador entre las conciencias, la manada es su hogar y comparten el mismo inconsciente, pues en el Todo solo hay uno y no mas. Sin embargo, el hombre tiene su fin propio, una historia que contar por sí solo, animal inteligente, una bestia moderna que comienza su camino fuera del Todo, profundo en él; expulsado del Todo-absoluto se queda en una Nada, solo le queda la nostalgia de aquella totalización; solo le queda su propia parte de aquel inconsciente, su pequeña conciencia. El Todo se le re-presenta diferente, la manada se separa y se independiza del Todo para pasar a ser dependiente del Otro.

Fotografía: Leo Tage-Hansen