Después de tres años, ahí me tenías, esperando en la parte trasera de tu casa para que tú salieras y pudiéramos hacer lo nuestro a las 3 a.m., me conocías, podría esperar hasta que amaneciera para verte salir. Te esperaba mientras salías lentamente para que no hicieran ruido las llaves de tu madre junto con sus llaveros que había comprado en acapulco las vacaciones pasadas, esas vacaciones que se me hicieron largas… ¿Por lo enamorado que estaba de ti? Nah, por el sexo. No me mires así pues no fui yo quién lo dijo primero.
¿Qué carajos hacía tu vecino despierto a esa hora?, podía ver la luz de su habitación todavía encendida Y ¿Por qué tardabas tanto?
Saliste girando la manija de la puerta lentamente para que no se escuchara el seguro cuando la puerta llegara al marco. Lo único que hacía era esperar, me conociste esperando, esperando a mi hermano para que terminara su juego en el billar, te esperé cuando me dijiste que tenías novio pero me querías y cuando te fuiste de vacaciones, aveces me canso de esperar pero estar en el coche escuchando a Tame Impala, mientras te beso y miro a tus ojos abiertos que no reflejan nada ante mis caricias muchas veces vale la espera.
Aveces, cada vez que te espero por algo me pregunto si tú lo harías por mi, no me agrada la idea de pensar eso pero sucede, tal vez solo nací para esperar…
“Termina de escribir lo que sea que escribes, sabes que no me gusta esperarte” dices mientras jalas mi cabello hacía atrás, así que me dejo de hacerlo, como algún día voy a dejar de esperarte.
Fotografía: Franco Carino Zanotti
No sé cuántos años tengo.
Si lo posteo es porque alguna vez lo sentí.
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