Cada cuerpo es eco y volición del silencio,
superficies emitidas que se apagan con el tiempo.
Cada palabra es una breve interrupción.
Hay palabras para lo que haces “ausencia” “soledad”
Pero no hay palabras para pronunciar el silencio que provocas.
Con todo, tu epitafio es el triunfo de la palabra frente al tiempo.
La arena de todo lo perecedero son los huesos.
Fotografía: Valentina Varas