Caricias de arena

Amar en mar amado.

Se filtra la fotografía de un barco,
la emoción de un pueblo por emerger en el turismo internacional,
la apatía de una historia
a punto de repetirse
y condenarse amarrada a la piedra,
en la que se estancará
para no zarpar y
quedarse en Tierra.

Correr a la orilla se ha vuelto un deporte,
pisar y levantar el pie,
se ha convertido en entusiasmo
por continuar,
levantar la barrera y audicionar,
para vivir y ser parte
de tan maravilloso paraje.

Sírvanse las formas más absurdas,
en las que describan la ceguera del amor,
la diversión por difuminar la magia
y convertirla
en un compañerismo
de altura
en montañas y mangas.

Del vestido se hace un motor,
para la desnudez en posición,
la obstrucción de la instrucción,
sin temor alguno a no coordinar,
volver a empezar.

Es sufrir un poco
para reencarnar y encontrar,
el otro par que faltaba,
dejar debajo de los pies,
el río que se convierte en mar,
sobre las lagunas…

Hay muchas plumas
para volar
donde podríamos ser,
sin tierra para aterrizar.

La turbulencia del vuelo
cuando se acompaña,
se hace menos denso,
para vibrar en la simplicidad
de amar
desde lo interno.

Fotografía por Martin Canova