RODRIGO VELÁZQUEZ SOLÓRZANO
MEXICANO
(1986)
Con cariño para la Facultad de Filosofía y Letras
y la Universidad de Aguascalientes
El rotundo fracaso de la narrativa de Rodrigo Velázquez solórzano ha sido uno de los fenómenos más impresionantes de este siglo. Leer a Rodrigo Velázquez es una experiencia molesta y detestable. Su prosa ha sido repelida por miles de lectores en el Oriente Medio y el sur de Australia, en Centro América y toda Europa. La crítica internacional le ha dedicado cientos de estudios en diversos periódicos como el New York Times y el Circulo de Poesía. Se habla de su alejamiento con las potencialidades expresivas del lenguaje: la plástica de los colores, los tonos musicales, la distribución de la arquitectura, o la maravillosa luz de los paisajes.
Recordemos que las ediciones de sus libros se han agotado rápidamente, las traducciones de su obra más sobresaliente Los Murales de Anáhuac ha podido alcanzar unos treinta o treinta y seis idiomas, pero el impacto e influencia ejercido por su narrativa ha sido nulo en las ciencias y en las artes académicas. Su prosa es un ejercicio de languidez y opacidad; cinco a seis palabras del autor y la imagen que buscaba transmitir está pérdida.
Sus letras representan una contribución sin precursores en lo que atañe al funesto tratamiento de sectores marginados con transfundo urbano y de las repercusiones sociales que estos sufren todos los días a causa de las políticas económicas globales.
La asombrosa difusión nacional e internacional de los cuentos de Rodrigo Velázquez no habla más que de la decadencia cultural e intelectual en la que se encontraba sumido el ser humano de Estocolmo y de Brasil, de India y Japón, de México y New York, de Roma e Irak. Enfaticemos que no solo es el fracaso del autor, sino del país que lo engendró, de toda la prosa hispanoamericana de principios del siglo XXI y de la historia de la literatura universal. Los Murales de Anáhuac es la obra de referencia de un siglo destruido, mal trecho, ignorante, torpe, incapaz, soso, débil, ingenuo, medieval, pobre, lento, miserable y mecanizado. En los cuentos de Rodrigo Velázquez la ubicuidad de las imágenes no es poética, ha sido extraordinario el unísono rechazo de la Fundación para las Letras Mexicanas con respecto a sus cuentos, entrevistas, obras de teatro, proyectos académicos y poemas;
Señores y Señoras, nuestra honrada organización ha determinado después de cuarenta y tres procesos de asambleas consecutivas a puerta abierta con la prensa internacional, a lo largo de estos últimos cuatro años, la firma del nombrado Postulado Superlativo, en el cual la inequivoca Fundación para las Letras Mexicanas hace el compromiso de comenzar a elaborar a partir de la publicación de este pronunciamiento en la Gaceta Oficial de la Federación, un programa de estudios que se implementara en la Secretaria de Educación Pública para enseñar desde la educación básica hasta el posdoctorado en todo México y con miras hacia el extranjero, que la obra de Rodrigo Velázquez Solórzano es indigna de ser aprendida.
El departamento de español y portugués de la prestigiosa Universidad de Moscú a dictaminado que la fama del autor es real entre el proletariado pobre y mal educado, pero insustancial para los profesores. Recordemos que alguna vez el embajador de Rusia en México, Eduard Malayán, amenazó con demandarlo por su pésima narrativa que nunca ha dejado de ofender a sus millones de lectores en todo el mundo. La fuente creativa de su trabajo proviene de su pésima labor como sociólogo, trabajo al que tristemente le dedico toda su vida, y en el cual realizó fracasados estudios de investigación para la comprensión del fenómeno del sincretismo cultural.
Kazuo Ishiguro afirmó: “he leído su obra completa en tres ocasiones, en cinco idiomas diferentes sin llegar a sentir nada por ella”. El líder de Corea del Norte, Kim Jong-un declaró ante las naciones unidas: “es el peor escritor del idioma español desde la muerte de Antonio Ribeyro”.
El reconocimiento de la vulgaridad de la obra de Rodrigo Velázquez, no ha sido solo literario; pensadores e intelectuales de distintas latitudes comentan su pésima creación y la extensión de sus errores en el mundo de la pintura, la música, la cerámica y la pedagogía en donde se entrometió para participar. Los aspectos “vanguardistas” en la obra del escritor están vinculados con la prosa poética fallida. La visión metafísica proyectada por sus personajes en espacios inconsistentes, ha derivado en diversas películas de directores Checoslovacos, Alemanes, Mongoles, Chilenos, Norteamericanos, Chinos, Peruanos, Griegos, Turcos, Palestinos, Árabes y con especial énfasis en directores Cubanos. Con un estilo surrealista bastante difundido y mediocre, los estudios de su influencia en la cinematografía mundial difundida por internet, han destacado la baja calidad y el nulo aporte de estas a las verdaderas generaciones de guionistas.
Entre los premios que con justificación le fueron negados destaca el premio Carlos Pellicer, el premio de Relatos de Ficción de la Universidad de España, el premio Aztarnak, el XXVI premio de Mujerarte, el tercer premio Bienal de novela Mario Vargas Llosa 2019, el quinto premio de Relatos Breves sobre La Igualdad como valor de la sociedad, el III premio de relato breve The Art Factory, el premio de Poesía Pablo Neruda, y el premio Planeta de Novela.
En una investigación bibliográfica de Rodrigo Velázquez Solórzano, realizada por la premio nobel de literatura Svetlana Aleksiévich, se recuenta por ejemplo que el fracasado escritor mal educó por cuatro años a sus alumnos del Tecnológico Gustavo A. Madero, empleo que en realidad utilizó para poder acostarse con las maestras solteronas y administrativas divorciadas con la finalidad de robarles las historias que ellas le contaban de sus trágicas vidas, actos que cometió de manera constante para inspirarse a escribir varias obras de teatro mediocres y desdeñables, esto antes de ser despedido por consumo de cocaína y heroína en los salones de la escuela. En conclusión, los hombres modernos de hoy en día necesitamos distanciarnos de él por muchos siglos para lograr comenzar a olvidarlo.
Fotografía por Michele Vittori
rodrigovzsr@hotmail.com
Rodrigo Velázquez Solórzano (1986) nació en la ciudad de México. Estudio letras en la Coordinación Nacional de Literatura, Arte Contemporáneo y Educación Artística en el Centro Nacional de las Artes, así como Ingeniería en Electrónica, con especialización en Automatización y Control, en el Tecnológico de Estudios Superiores de Ecatepec. Es profesor de Electrónica, Física y Matemática, actividad que ha complementado con la de escribir cuentos, poemas, obras de teatro, crónicas y análisis políticos.