El cigarrillo quemó mis dedos y me devolvió la conciencia, todos se habían marchado excepto la chica rubia que dormía recostada en el viejo diván. Yo estaba borracho pero no lo suficiente como para desfallecer igual que ella. La miré, tenía bonitos ojos, -Vamos- me dije con voz de borracho -¿besarás sus labios?- -Podría hacerlo-…

Había en sus hombros descubiertos algo especial, líneas suaves que ahí nacían, después subían y bajaban por su cuello para aterrizar en su pecho y perderse en sus senos… Su mirada profunda devoraba cada movimiento y sus labios carmesí te atrapaban. Lo peor era su aroma, un dulce y a la vez ardiente vapor que…

Basta, por esta noche es suficiente. Termino, arrojo las plumas, bebo el último sorbo de café, apago el cigarrillo que me queda y guardo el papel donde no hice otra cosa más que hablar de ti, referirte, mencionar todos tus nombres, eres luz, eres cosmos, eres calor, eres amor y también dolor. Eres el demonio……

El whisky se terminó a eso de las dos de la mañana y las páginas seguían en blanco, me había prometido a mí mismo dejar de beber, al menos hasta que los dolores en la espalda baja desaparecieran. Pero no lo logré, los cigarrillos persistían, a esos sabía que jamás los podría dejar, ya eran…