Me gusta tomar siestas en las colinas porque ahí escucho el escrachar de las hojas secas; es difícil subir la pendiente cuando la constante apnea me sumerge en melancolía. Cavitar las escaleras, pisar tintineante se ha vuelto parte de mi rutina.
En esta laguna de ilusiones e idealizaciones quiero quedarme navegando hasta encontrar la salida. Corazón, no quiero dormir para siempre porque todo se palpa diferente desde aquí.
Estoy en una constante fase REM donde se suscriben tus dedos, tus yemas y tu sonrisa imperfecta. Aunque, por si fuera poco, permanezco aún más en una fase III de éste sueño del que ya quiero despertar.
Y finalmente despierto, intentando despedirme una vez más, sin éxito.
La agonía se ha ido.
Médico cirujano en formación. Usualmente retraída en el tiempo y el espacio. Melómana, leal a la música, al cine y arte en general. A veces también escribo.