Recuerdo un poco la emoción de esos días, de lo nuevo e incierto, de la fantasía y el deseo. Tu presencia repentina en mi vida sacudía mi rutina y no tenia miedo de que me dejaras rota. Tu aura tosca la veía con ternura y pensaba que eras justo lo que necesitaba. Sin embargo otros ojos desviaron mi mirada, mientras tu te preocupabas por apariencias, por dejar en claro quien eras o intentabas ser por protección a ti mismo. Y se fue, la emoción.
Las hojas de los arboles nacieron y decayeron cientos de veces. Y volvió entonces, esa emoción, como anhelo de lo que nunca tuvimos. Una esperanza, una oportunidad. Pero alguien mas me esperaba, mientras mil sueños provocabas en mi, las posibilidades y las consecuencias sacudían mi cabeza. Tus ojos mostraban arrepentimiento por lo que hiciste y lo que no, lo cual me alentaba a seguir, a descubrir que sentía hoy. Pero para mi suerte nunca he regresado al mismo lugar, no he caminado el sendero con la misma mano entrelazada en la mía.
Sé que en la tranquilidad del día el anhelo pueda regresar, pero solo en eso quedara.
Fotografía: Stefano Majno
Escritora de papelitos regados por el mundo.