Agujero negro

Ella te da noches de poltergeist  mientras cambia la imagen que tienes de todos y de ti. Ella te mira al otro lado del espejo y se excita cuando te ve llorar. Le gusta masturbarse cuando estás en modo sadness. (Me han dicho que le gusta correrse por tu cara).

-Una vez que la penetres, no te la quitarás de encima- te lo advertí.

Y ahora se levanta, corre, se baña, desayuna, trabaja, come, bebe, baila, canta, cena, folla y duerme contigo. Siempre hace todo contigo. Incluso, te convenció para que cambiaras tu rutina y te quedaras días enteros con ella en la cama.

Sabe cómo escucharte pero nunca te da un consejo. Ni siquiera te habla. Hablas tú por Ella. Supo cómo matar la razón una vez que tus dedos se metieron en el agujero negro de sus vaqueros. Dices que sabe cómo besarte cuando tienes un nudo en la garganta y que sabe cómo tocarte cuando comienzas a deshacerte.

Pero te lo vuelvo a advertir, debes pintar un perímetro de seguridad antes de que te introduzca más a la perdición. Una vez que te canses, haz todo por sacarla de tu cama y una vez que logres sacarla de tu casa, cambia la chapa y no la dejes entrar de vuelta. De lo contrario, volverá con una pistola para volar tu cabeza. Me han dicho también que le gusta el olor de la sangre.

Ni siquiera sabes su nombre, ¿verdad? La gente dice que no le gusta que la llamen por su nombre. Sin embargo, Soledad, “su mejor amiga y defensora” dice que las personas con las que Ella ha estado, se apenan de llamarla por su nombre y que por eso muchos no reconocen haber estado con Ella. Quizá no lo sepas pero es bisexual. No respeta géneros. Ha estado con hombres y con mujeres al mismo tiempo. No dudo que en algunos años, se pueda meter hasta con los animales. Es como un virus que se va metiendo por tus arterias y hace todo lo posible para que no la corras de tu vida.

Pero finalmente te diré su nombre, se llama Depresión.

Muchos dicen que si caes en un agujero negro, desapareces. Yo digo que si caes en la depresión, estás cayendo al agujero negro.

Inclusive puede estar al fondo de mi copita de vino. Pero yo no la busco, ella me encuentra.

Fotografía: Dennis Schnieber