La tornamesa deslizaba fiel la aguja, entre esas guitarras traslúcidas el espacio
se distorsionaba y todo se quemaba al ritmo de Sonic Youth .
En la mesa, Thomas Bernhard dilucidaba lo absurdo de la vida y los sentimientos humanos.
El nihilismo abrupto invadió las fibras musculares de aquel cuerpo que
obsesionado había sucumbido ante las ondas y frecuencias.
La mezcla de pensamientos fríos, picados y aderezados con fluoxetina condimentaba
aquel ambiente viciado de interferencia magnética.
Un sonido diáfano aparecía mientras su oído humano deliraba, transformando lo imposible.
El instante decisivo de revelación fue la resonancia fundamental del salpicón de plasma carmesí de su apuñalado corazón.
Fotografía por Lorella Furleo Semeraro
-Soy romántica en el sentido de que presento al hombre como debería ser. Soy realista en el sentido de que lo sitúo aquí y ahora, en este mundo.-
#Rand