¿Cuál es tu palabra favorita?
Nefelibata.
Relata algún sueño reciente del que te acuerdes.
Recuerdo todos mis sueños; diario tengo cinco por lo menos. En el último, un señor en una tienda o negocio me devolvía el cambio pero mucho, como si le hubiese pagado con mil pesos un producto de veinte, y la persona que me acompañaba me veía esperando a que advirtiera al señor de su error, el cual era viejo y no veía bien. Al final conservé todo el dinero.
¿Qué canción te gustaría que pusieran en tu funeral?
Cuando Me Muera – Jóvenes Pordioseros
¿Cuál es tu definición de «arte»?
En la universidad escuché demasiadas definiciones de arte, y entre tantas, una maestra experta en el tema nos dijo: el arte no sirve para nada.
¿Cuál sería tu proyecto o colaboración ideal?
Escribir sobre las cosas más visibles ante nuestros ojos pero invisibles para el “canon” literario. Me encantaría colaborar con mis historias extraídas de la verdadera cotidianeidad, de lo más común y vulgar de la sociedades. Y acompañar esos textos con fotografías igual de banales.
¿Cuál es el mejor consejo que alguien te ha dado?
Alguien me dijo que jamás dejara de escribir.
Si pudieras cambiar algo del mundo, ¿qué cambiarías?
Cambiaría la duración de la noche, acortarla. Me aterra la noche.
Un cerdo entra a tu cuarto con una caja en la mano. ¿Qué es lo primero que te dice y por qué está en tu cuarto?
Dice que se terminaron las Zucaritas y va a pedirme que salga a comprar otra caja.
Agrega una pregunta a este cuestionario.
¿Cuánto dolor cabe en una persona?
Fotografía: Magnus Jorgensen
Preguntas: Abel Ibáñez G.
Escribo y escucho demasiada música para sentir que esto es real y que además le sucede a otros. Mi trabajo se influencia por toda esa música, el futbol, las drogas que otros se toman, lo mal que me relaciono con los demás, las veces que me equivoco y lo que quisiera cambiar.
Además dibujo y eso complementa mi trabajo literario.
He colaborado en muchas revistas digitales, un fanzine y un libro.