Me he cerrado para protegerme de lo exterior que presenciaba lastimoso.
Como cuando hay una emergencia interna y bastante terrenal. Casi infrarroja.
El espacio que fue llenado de todo menos lo necesario para sobrevivir a las diferentes temperaturas corporales.
Después de haber sido picada por tal escorpión la calentura se sentiría siempre. Entonces es cuando se sentía el temblor.
Rincones sueltos, sin esquinas previamente determinadas, ni establecidas.
Sueño irreal, un beso astral. Sin definición de borde nos dejamos ser.
Rumbos perdidos, nieves de sabores frutales.
Memorias que disuelven el tiempo.
Presenciamos libertad creyendo que es inalcanzable y mientras tanto nos corre por los dedos de las manos, avisándonos que el tiempo pasa rápido y que no olvida. Aprender a vivir y a seguir aún cuando nadie está ahí, ni uno mismo. Al llegar a las uñas se deja caer, justo como estar al borde de un acantilado y sentir esa presión en el pecho por existir. Finalmente estar presente.
Dicen que la felicidad se esconde cerca, justo en el lugar correcto para ser vista si así decidimos hacerlo.
Falsos ojos, espejo engañoso, la suave distorsión de tus formas.
Fotografía por Sasha Mademuaselle
Me gustan los paseos, las flores y las mandarinas