Caminaba un tanto atolondrada,
Era el aroma del vino todavía en mi garganta,
Caminaba contra el viento helado,
Aquel jueves de madrugada.
Cerré la puerta de un movimiento,
Salí para respirarte calmada,
Estaba la luna inmensa y plateada.
Le acompañabas, callado y oscuro,
Inmarcesible, profundo y salado,
Me hipnotizó tu llamado,
Por fin lo comprendía, te amaba, te amaba.
Todavía te escucho, aunque lejano,
Cierro los ojos y te veo, profundo y salado,
Dejé la ventana abierta para que entraras,
Por fin lo comprendo, te amo, te amo.
Fotografía por Gastón Suaya

Las palabras me visitan a todas horas del día y yo las invito a pasar.