Cada día que vivo descubro sensaciones nuevas, imagino nuevas utopías y aprendo cosas nuevas.
No sólo de él sino de cualquier tópico existencialmente estúpido que jamás había concebido así porque no me había detenido a reflexionar sobre ello.
Lo que hace que la ardillita en mi cabeza gire un poco más.
No deja de asombrarme, y también de asustarme; la cantidad de imposibilidades que hay dentro de ese rico cuerpecito.
He cavilado infinidad de cosas gracias a las charlas que tenemos, a las palabras o las frases que dice.
Aunque, por lo regular todo nace gracias a la música.
Es por eso que también he decidido llevar un registro.
Algo engendraban nuestras etéreas energías que hacía más excitante y placentero el sexo estando aislados. Antes del encierro, nuestro día a día era más movido, no voy a decir que más divertido pero sí más cotidiano, más movido, también más distraído. No había suficiente espacio temporal para destinarlo en autoexplorarnos. Eso. No había suficientes momentos para consagrar nuestras pasiones. Y cuando digo autoexplorarnos, me refiero a autoexplorarnos; y es que realmente, ahora que lo medito con abandono, pocas fueron las veces que me harté de él, de su voz, de sus miradas, de su presencia. Sí, discutíamos o nos ignorábamos; claro que hay ocasiones. Pero por lo regular eso no sucedía. Funcionábamos como un equipo, estábamos conectados; todo fluía a través del instinto y de miradas; de los sentidos, del tacto. Pero cuando me concentraba tanto en mis asuntos, y mi chiqui en los suyos, de pronto su presencia en la casa me pasaba inadvertida. Hasta que de nuevo hacíamos el amor, ya se que él viniera a mi escritorio o yo sino yo iba al ventanal. Yo escribía, el pintaba, y follábamos en partes iguales. Como pinches conejitos narcotizados. Nos dabámos placer la mayor parte del día. Era inconmesurablemente delicioso, (él me la enseñó, significa que no se puede calcular o medir) en la ducha, frente al ventanal, sobre la mesa o sobre la pared, en el diván o sobre una de las sillas. No hay más. Tener a mi novio para mí solita durante ese lapso fue de las experiencias más increíbles que me sucedieron.
Fotografía por Camerafilmlens
Como si todo el cuento de vivir sucediera nomás que para sostener el vicio de narrar.