Gracias a las redes sociales y demas artificios tengo memorias recurrentes de personas que conoci alguna vez, son cosas que recuerdo gracias a mí celular que no es más que un juguete irritante que me distrae de desear estar muerto o en su defecto de desear estar vivo.
Aún sabiendo todo lo que ya mencioné, me di a la tarea de incurrir en una idiotez flagrante (a veces soy devastadoramente auto consciente, que atrocidad, ojalá todo me importara menos). Hablar con alguien cuyo interés en vos desapareció es como llorar en público, no sabes si pedir un abrazo o abandonar todo para empezar de nuevo en un lugar como Djibouti o lo que sea.
Tengo la certeza que esto fue mencionado en incontables obras pero es raro como los recuerdos se van distorsionando con el paso del tiempo, a tal punto que ya nada fue como lo recordas, los olores, los colores, los objetos, la ropa sirven como constantes físicas del momento, pero los hechos. Los hechos son ya difusos.
De modo que ahí estaba yo, otra vez, hablando con alguien que a fin de cuentas es solamente un ser humano a la que idealice como un tonto. Al cabo de un atimo decidí terminar la conversación porque me sentía estúpido y “effete”.
Entonces recordé que solo somos personas y no hay nada que podamos hacer al respecto.

Fotografía por Alison Scarpulla