Alguna vez mi madre me dijo “Una persona no necesita estar muerta para sacarla de tu vida; basta con no mencionarla nunca más”.
Cuestionamientos derivados de la inevitable y deprimente charla madre e hija, vaya amena conversación.
Cruel agonía era despertar cada día a tu lado, esperando tomar el valor de enterrar de una maldita buena vez aquellas viejas ilusiones y alejarse sin mirar atrás. Faceta por la que pasan casi todas las relaciones, nuestro “desacoplamiento consiente” no fue la excepción.
Preguntas redundantes, ¿y si te quedas solo esta noche?, ¿en realidad tienes que irte?; podríamos hacer un esfuerzo sobrehumano, ¿no lo crees?,
No podía quedarme un minuto más, me había marchado hace tiempo ya…
Sin embargo aquí estoy 1095 semanas después escupiendo estas letras al viento.
Tranquilo, todo bien; no tienes de que preocuparte. Esto se incendió en mi cabeza al escuchar tan desgastada y sabia frase “Si no te desprendes del pasado, terminará hurgando en el presente y arruinado tu futuro”.
No volveré a verte jamás; lo sé. Tampoco lo espero, estoy lista para dejarte ir.
Es más dolorosa una muerte metafórica que una real; ¿cierto?
No era feliz contigo y tal vez jamás lo sea sin ti, pero está noche al menos lo intento.
Fotografía: Leandro Furini
Hola soy Rebeca y soy “Mitómana”, amante de la pseudología fantástica, dotada de bastas habilidades patológicas para poder transgredir los límites entre la vulgaridad de la manipulación y el fino arte de la persuasión. Con el único y exclusivo fin de lograr que las personas apuesten a mi favor, convencidas que es para su propio beneficio.
Aunque en realidad yo le tengo alergia a las mentiras…